Veníamos hablando en entradas anteriores de diferentes formas de llevar a cabo nuestra estrategia en redes sociales desde la pequeña empresa, y concretamente en el último post sobre la creación de contenido propio. Consideramos esta última la mejor estrategia de todas, porque es aquella que más transmite acerca de nuestro espíritu, es decir, de nuestra marca. Pero somos conscientes de que no siempre es fácil desarrollar artículos, entradas para el blog o fotos bonitas que subir a Instagram. Así que en muchas ocasiones, el contenido externo puede ser nuestra salvación.

Como decíamos, nada mejor que lo que sale de nuestros adentros para definirnos. Pero si por alguna razón no podemos, también dirá mucho de nosotros qué nos gusta o nos interesa y, lo más importante desde mi punto de vista: por qué nos gusta. Soy bastante crítico con aquellas personas que se dedican a retuitear a discreción todo aquello que pasa por sus manos y que habla de determinado tema. Desgraciadamente, la costumbre se ha extendido por Linkedin y otras redes sociales,  en un frenesí por aportar contenidos que en muchas ocasiones roza lo imposible.

Y digo que roza lo imposible porque observo en algunas personas tanto contenido difundido que, sinceramente, considero que no es posible que hayan leído todo aquello que tuitean o comparten en Linkedin y Facebook. No sólo lo digo yo, lo dicen estudios que demuestran que algunos contenidos tienen más referencias en twitter que visitas reales a la página. Y con mucha diferencia. Parece que uno es mejor cuanto más dice, aunque sea de manera indiscriminada. Y en esto tiene mucha culpa la mala utilización de los programas de gestión de redes sociales, que permiten publicar lo mismo en innumerables soportes a la vez. En comunicación, como en casi todo, cantidad no es igual a calidad, y en la mayoría de los casos de hecho están muy distantes.

Así que al hablar de aprovechar el contenido externo no nos referimos a que programemos unas búsquedas en Hootsuite y unas suscripciones por RSS en torno a nuestro campo de actuación y nos dediquemos a reenviar todo aquello que pasa por nuestras manos. La búsqueda de términos y las suscripciones son herramientas muy interesantes, pero debemos usarlas con inteligencia. Y la inteligencia pasa por aportar nuestro granito de arena en la publicación que realicemos. Pensando en tweets, que es la forma más reducida y por lo tanto donde menos podemos aportar, siempre habrá sitio, además de la obligada cita a la fuente y el enlace, para añadir al menos un titular propio, una opinión al respecto o cualquier otro aporte breve. Mucho mejor decir «Excelente post muy claro y conciso, de @quiensea» que simplemente añadir el enlace. Y si tenemos claro que en Twitter podemos añadir algo, con la reducción de los 140 caracteres, es evidente que en el resto de redes podremos hacer de todo.

Como hemos hablado en todos los post de esta serie de redes sociales para la Pyme, nuestra intención es siempre transmitir una personalidad de marca, un posicionamiento. Y está claro que transmitiremos muy poco si reenviamos todo aquello que llega a nuestras manos, dejando el criterio a un determinado software informático. Si nos llegan diariamente 20 posibles contenidos, y no tenemos tiempo de de leerlos y filtrarlos todos, seleccionemos con una rápida lectura por encima los dos o tres que nos parecen interesantes y, esos sí, leámoslos detenidamente. Si efectivamente, su contenido nos aporta algo, entonces sí, compartámoslo con el mundo. Pero, no se nos olvide, añadiendo una pizca de personalidad de marca en nuestro envío.

Y olvídate de la cantidad. No por poner más tweets o más entradas en Facebook se llega a más cantidad de gente. Es mejor ir probando qué horas nos funcionan mejor entre nuestro público y emitir nuestra comunicación en ese momento que andar bombardeando todo el día, actitud que puede traernos más consecuencias negativas que positivas. No sería raro que si nos dedicamos a difundir contenido sin leerlo previamente podamos estar incurriendo, sin saberlo, en ataques a nuestros propios intereses.

Por lo tanto la difusión de contenido externo puede ser una herramienta muy útil, siempre y cuando añadamos algo de nuestra cosecha.

Por ejemplo, cuando compartas este post después de leerlo, di qué te ha parecido 😉