Uno de los puntos más controvertidos en el desarrollo de un plan de marketing online es la elección de los soportes a llevar a cabo. La mayoría de los que trabajamos en esto tenemos muy claro que es mejor poco y bien que mucho y mal, por aquello de «quien mucho abarca, poco aprieta».  Sin embargo, no ocurre lo mismo entre los clientes que, habitualmente, cuando se plantean llevar a cabo acciones en medios sociales, tienen preconcebidos los soportes en los que deben estar.

Si, como se vio en entradas anteriores, hemos desarrollado una análisis previo de la situación (dónde está nuestra competencia y nuestros potenciales clientes, etc.), hemos marcado unos objetivos claros y medibles, hemos definido nuestros públicos y hemos planteado una estrategia general, todo este trabajo previo nos dirá en qué redes debemos estar.

Para cualquier empresa, es imposible estar en todas las redes sociales. ¿Por qué no iba a serlo para la nuestra? Curiosamente, las grandes marcas sí que apuestan por determinados soportes en lugar de otros, mientras que es habitual que la pequeña empresa, por desconocimiento, intente tener presencia en todas las redes sociales posibles. Error. Si hay una idea que no puede faltar en social media es la de que «es necesario estar, pero hay que saber estar».

Elijamos pues qué soportes trabajar para el desarrollo de nuestra estrategia. Pero, ¿cómo?
Como dijimos arriba, el trabajo previo de planteamiento de la estrategia es fundamental. Desde mi punto de vista, de todos ellos el criterio que con mayor frecuencia es determinante es dónde está nuestro público objetivo. Por eso la mayoría de marcas tiene presencia en Facebook: el 41% del total de Pymes, según el observatorio de redes sociales 2013*.  Sin embargo no siempre es el factor fundamental. Es posible que haya menos usuarios totales en alguna otra red social, pero que los que hay encajen perfectamente con nuestro público objetivo. Si vamos a anunciar una novela histórica, quizá sea mejor en el especial «Muy Historia» de Muy Interesante que en el Marca ¿no? Pues eso. Lo mismo pasa en redes sociales.

Y hasta ahora sólo hemos hablado de un criterio cuantitativo. Si atendemos a criterios cualitativos, los factores a tener en cuenta se disparan. Para el «fenómeno fan«, por ejemplo, Twitter es el auténtico rey. Para moda y otras actividades creativas, Pinterest es el mejor. Y si hablamos de turismo, Instagram ofrece unos resultados increíbles, sin olvidar Minube, Tripadvisor o plataformas similares. No es necesario decir que LinkedIn funciona genial para negocios de empresa a empresa y para la marca personal.

Pero todas estas afirmaciones son una irresponsabilidad por mi parte. No sirven para nada. He intentado decir algo de cada soporte por poner un ejemplo simplista, que permitiera comprender la idea fácilmente. Pero ninguna de ellas sirve sin el desarrollo previo que comentábamos al inicio. Quizá Instagram sea muy útil para el turismo, pero no servirá de nada si el público objetivo de nuestro lujoso hotel son personas mayores de 40 años de clase alta, que en su mayoría usarán Nokia 😉 o en caso de tener smartphone difícilmente utilicen Instagram. No generalicemos.

En definitiva, no podemos elegir redes sociales «en cinco minutos». Y aquí la experiencia de los profesionales será fundamental. Puede que haya redes sociales que tu ni siquiera conoces, pero que acapara grandes bolsas de un público objetivo muy concreto. Abrir perfiles en redes sociales es gratis, pero el tiempo, esfuerzo y dinero invertido en su lanzamiento no, así que no los desperdicies.

Al abrirse la piñata, no podemos intentar coger todos los caramelos. Probablemente no consigamos coger ninguno.

Tenemos que ir a por el que más nos guste.

 

* Parece ser que la Fundación Banesto (que realizaba el estudio) ha desaparecido, o al menos el documento con los resultados. Si alguien lo quiere, puede pedírmelo.