Al hilo de los posts anteriores, nos ocupamos hoy del que ocupaba el segundo puesto en nuestras lista de objetivos de las pymes con su presencia en redes sociales: el aumento de ventas en tienda online.
Como decíamos en el post introductorio de esta serie, este suele ser uno de los objetivos más recurrentes, ya que quien posee una tienda online suele ver con buenos ojos cualquier actividad en la red que pueda generarle mayores ventas. Y entre ellas está la acción en redes sociales. Como solemos advertir, la presencia en redes sociales no es ninguna panacea. Y mucho menos una presencia poco más que simbólica. Pero una estrategia bien definida sí que nos permitirá obtener beneficios en el medio y largo plazo.
Y para ello, debemos partir de una aparente contradicción: para vender más, lo primero que hay que intentar es que no parezca que queremos vender. Así de claro. El público no entra en Facebook para ver las ofertas de las tiendas. A no ser que tu producto sea tremendamente atractivo (y aún así tengo mis dudas), el público se hará seguidor de tu marca por algo más que una serie de ofertas continuadas. Y ese algo más tiene un nombre: valor añadido. Tenemos que darle a nuestros consumidores algo más que productos. Tenemos que darles experiencia de marca.
Y para esto, para ofrecer «historias» alrededor de la marca, las redes sociales son más que ideales. Debemos atraer a nuestros potenciales clientes con información relevante e interesante alrededor de nuestra marca. Si tenemos una tienda especializada en atletismo, hablemos de deportes. Si vendemos bisutería, hablemos de moda. Entre medias, poquito a poco, hablemos de nuestras ofertas. Nosotros debemos tener en mente nuestro objetivo final, que es el de conseguir un aumento de ventas, pero el cliente no debe pensar que cada vez que le hablas es para «venderle la moto».
El cliente debe apreciar tus contenidos por sí mismos. Deben serle de utilidad, ya sea porque le solucionan una necesidad, le informan sobre algo desconocido o simplemente, si esa es nuestra personalidad de marca, porque le divierten. A través de dichos contenidos crearemos el famoso engagement, que podríamos traducir como la integración de una marca con sus públicos. En contra de la invasión del marketing y la publicidad tradicionales, se trata de desarrollar un afecto, una simpatía, hacia nuestra marca.
Las ventas tardarán un poco más, pero acabarán llegando. Llegarán como un pequeño goteo cuando, entre conversaciones, artículos interesantes y fotografías atractivas (siempre alrededor de nuestra personalidad, no lo olvidemos), deslicemos el nuevo producto que acaba de salir al mercado o las últimas unidades a precio de liquidación. Entonces sí, el usuario hará click en ese enlace que lo lleva directamente a la ficha de producto en nuestra tienda. Y entre todos los que lleguen a este punto, algunos de ellos comprarán.