Continuando con las entradas acerca del análisis de la situación en la pyme, como paso previo a la definición de una estrategia en redes sociales, hoy hablaremos del segundo punto, la observación. La semana pasada hacíamos un pequeño repaso al famoso Dafo, y hoy nos centraremos en un método a priori más sencillo, pero que requiere una dedicación constante.
He querido nombrar a este apartado observación y al de la próxima entrada monitorización, porque éste que nos ocupa hoy es algo quizá más subjetivo e informal. Por decirlo de alguna manera, es más de andar por casa. Pero no por ello menos importante. Una de las grandes ventajas de las redes sociales es que las empresas deben de ser más transparentes que nunca. Cualquier engaño u ocultación de información será duramente criticado por sus seguidores y redundará en su cuenta de beneficios. Así que, hoy por hoy, saber lo que hace nuestra competencia o nuestro entorno es más fácil que nunca. Claro está que no todo se reduce al mundo online, pero en el offline la observación del entorno es algo que hacemos de manera instintiva. Probablemente sea instinto de supervivencia. Apliquémoslo también al mundo digital.
En el offline, como decía, estamos acostumbrados a «espiar» a nuestra competencia. Nos llegan informaciones de terceros sobre el trabajo que está desarrollando, los precios de venta que está marcando, si hay alguna novedad en su catálogo y un largo etcétera. Y no sólo de nuestra competencia. Debemos saber qué está pasando también en nuestro entorno de trabajo, desde el vecino que tiene su tienda o despacho al lado del nuestro hasta los cambios en legislaciones de cualquier nivel que nos afectan. Pero esto, como decíamos, es algo casi natural, que a nadie sorprende y que hacemos como respirar, casi sin darnos cuenta.
En las redes sociales, sin embargo, quizá nos resulte un poco más extraño a priori, pero veremos que incluso es más natural que en la calle. Y lo es porque el 2.0 se basa en la filosofía de abrir puertas, de contarle al mundo lo que hacemos, de manera pública, así que todo el mundo está invitado a ver qué estamos haciendo y diciendo. (Hablo por supuesto de perfiles de empresa). Así que no debe darnos ninguna vergüenza empezar a seguir los movimientos de cualquiera que pueda interesarnos como fuente de inspiración, aprendizaje de lo que hay y lo que no hay que hacer y, por qué no, posible colaboración futura.
Así que regístrate en cualquier red social que consideres relevante para tu negocio, y empieza a seguir a todas esas marcas, empresas o «gurús» que pueden aportar algo a tu visión de negocio, tu formación, el trato al cliente, la organización de su trabajo o cualquier faceta profesional que se le ocurra que puede mejorar. Podemos, y debemos, preocuparnos de ser mejores: hacer más nuestra marca, sea esta un producto o una marca personal. Y esto se realiza de manera continua, con filtrado constante de a quién seguimos y a quien no (personalmente, basta un sólo tweet interesante para que siga a alguien, pero también bastan pocos malos para dejar de seguirlo).
En definitiva, debemos discernir quién nos aportará según qué cosas en los medios sociales, pero desde luego no podemos estarnos quietos. Como hablábamos al principio, se trata de un instinto natural: antes de atacar, debemos saber cómo se mueve el enemigo, que elementos ajenos nos pueden influir y si necesitamos aprender algo antes de iniciar la carrera hacia nuestra presa.
Sólo así estaremos listos para dar un buen bocado.