El spot de lanzamiento del Toyota Auris es una de esas creaciones que te dejan un extraño sabor de boca. Conforme va avanzando el anuncio, el planteamiento te va gustando. Incluso, gusta el claim: «Todo gran cambio comienza con una pregunta». Sin embargo hay algo que no acaba de convencer.

No hace falta hablar de lo identificados que nos sentimos cualquiera de nosotros con que todo se nos impone «desde arriba», sin posibilidad de elegir. Un coche híbrido para jóvenes es un producto que bien puede considerarse diferenciador, y por lo tanto, subirse al carro de lo «elegible», en lugar de lo impuesto, me parece de lo más acertado. Ante la dictadura de los combustibles fósiles, liberación híbrida.

Sin embargo el poso global que nos deja este spot es el de que le falta algo. Que algo no encaja. Y es que se trata de una idea muy buena, pero que no ha sido del todo llevada a buen puerto.

Y la causa fundamental es que encontramos una gran contradicción entre parte del mensaje transmitido y el posicionamiento buscado: parece que sí podemos aceptar el resto de imposiciones, pero no la de qué coche debemos utilizar. Se nos anima a no «tragar» con lo impuesto, pero el protagonista del anuncio acepta sin rechistar el resto de restricciones a su libertad.

Hubiera sido muy fácil esquivar esta contradicción haciendo que el protagonista fuera aumentando su enfado con las medidas impuestas hasta que finalmente explotara con la norma del coche. Es decir, haber planteado el storytelling como la del vaso que se va llenando, hasta que la imposición del coche es la gota que lo colma. Pienso incluso que probablemente ésta era la idea de los creativos, pero que la absorción propia del desarrollo del trabajo publicitario les llevó a no coger la distancia necesaria, esa que te hace ver en un momento concreto que tu mensaje no es el que tú querías. Que se ha transformado, y que tu público no va a captar lo que tú le quieres contar.

Una buena solución hubiera sido, desde luego, un pretest. ¿O con la crisis ya no se hacen?

4 comentarios

  1. Sabía que el anuncio me había impactado pero no me acababa de convencer. La idea era buena pero no terminaba de calarme. No sabía por qué era, tal vez por el entorno donde surge la historia que no me gustaba, porque intentaba ser graciosa y a la vez hacerte pensar, y tal vez con haberle dado más misterio, o haber dejado cosas más implícitas, en vez de explicar todo tan al detalle… No sé, lo único que sabía era que no me terminaba de convencer el anuncio. Pero ahora con tu reflexión me haces pensar. Sí, puede ser que si hubiera ido creciendo la ira del protagonista, podría haber mejorado bastante el anuncio. Buena reflexión.

  2. Es la primera vez que veo el anuncio, y estoy totalmente de acuerdo contigo. La idea está genial, pero el acabado bastante imperfecto, lo que hace confirmar una vez más que lo importante está en los detalles. Una idea no tan brillante bien matizada hubiera dado mucho más el pego que esto. Que nos sirva a nosotros de enseñanza. 😉 Gracias por la reflexión Pablo.

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